07 diciembre 2010

Alarma roja

Por primera vez desde que estamos en Primera, nos encontramos en una situación alarmante. El equipo no funciona, el Mediterráneo no es el fortín de antes y la afición empieza a no creer en la remontada. Estamos penúltimos en la tabla con tan solo 10 puntos. En 14 partidos se ha sumado una única victoria. Encima, hasta el final de la primera vuelta del campeonato, los equipos que restan por jugar contra el Almería están en la parte alta de la clasificación. El panorama, siendo realistas, no es nada alentador.

No es momento para el pesimismo y para la cobardía arrojando la toalla. Tampoco lo es para estar tranquilos y pensar que para el siguiente partido ya todo va a cambiar. Quizás haya llegado el momento de reflexionar. Parémonos un instante en esta carrera de fondo y miremos hacia atrás.

En el 2007 se dió el pistoletazo de salida y comenzó una batalla por la supervivencia. Como si de unos trineos tirados por perros se tratase, algunos se fueron quedando por el camino, algunas veces por alguna desgracia ambiental, pero la mayoría por no saber llevar un equipo de perros en la competición más dura del planeta. Nosotros debutábamos y siempre hemos sido conoceros de nuestras limitaciones y la de nuestros perros, los cuales eran unos desconocidos para todo el mundo, sin embargo para nosotros eran todo lo contrario. Sabíamos de lo que eran capaz y de lo que no, por eso desde un principio hemos ido avanzando poco a poco, pero con un ritmo constante. Parábamos cuando los animales necesitaban descansar, avanzábamos cuando la climatológia nos era favorable y utilizando la cabeza, más que la fuerza, nos fuimos haciendo respetar entre los adversarios. Sabíamos que nuestro objetivo era sobrevivir, más que ganar, porque con eso ya conseguíamos avanzar hacia la gloria. Fuimos sobreviviendo a las adversidades muy bien. Quizás podríamos decir que hasta demasiado bien, lo que nos hizo crecernos. Empezamos un poco a olvidar nuestras limitaciones e inconscientemente sometimos a nuestros perros a un sobreesfuerzo. Paulativamente nos olvidamos de quienes éramos y como habíamos avanzado, y empezamos a fijarnos en los demás. Mirábamos la clasificación con la idea de estar lo más arriba posible, nos obligábamos a estar por encima de otros trineos que ya los habíamos autocalificado como inferiores y las metas personales que siempre nos habíamos puesto, ahora eran metas comunes con los demás. En definitiva, empezamos a pensar en lo exterior, en lugar de seguir en nuestra burbuja donde nosotros competíamos con nosotros mismos y los demás no existian.

Si siguiésemos con el ritmo actual, nuestros perros no podrían continuar y llegaría el momento que nos quedaríamos fuera de carrera. Quizás deberíamos de hacer una parada grande para que nuestros animales descansasen. También para que nuestras cabezas volviesen a estar como al principio. Aún estamos a tiempo, pues seguimos en carrera.

Dejémos de competir contra los demás y volvamos a superarnos a nosotros mismos. Sería conveniente volver a utilizar la estrategia de nuestro primer año en Primera. Es decir, somos los más "pequeños" que hay aquí, en teoría todo equipo nos supera, pero trabajando unidos podemos avanzar entre los gigantes de este mundo. Volvamos a ilusionarnos con el equipo. Estamos en Primera, entre los más grandes, cuando hace nada soñábamos con estar aquí. Pensemos que cada partido para nosotros es una batalla difícil de ganar. Celebremos cada punto como si de un título se tratase. Nuestro objetivo es sobrevivir. Nos importa cero lo que hagan los demás, y que éste o el otro esté por encima nuestra o por debajo. Estamos solos en esta carrera. Comencemos de nuevo desde cero.

1 comentarios:

Nico García dijo...

Espectacular reflexión. Felicidades Víctor!

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