Ésto es lo primero que se me vino a la cabeza tras el pitido final del partido del sábado. Vi la imagen de Soriano llegando desde atrás tras centro de Gorka Larrea y escuché aquel gol que gritó toda Almería de forma especial. Volví a vivir aquella sensación de locura total que me entró, saltando en mi asiento, abrazando a mi padre y festejándolo sin medida con los compañeros de butaca de delante.
Cinco años después se repite la historia. Hasta la jornada coincide. Solamente hay que cambiar el protagonista, por Juanma Ortiz, y la víctima, por el Córdoba CF.
El gol en el último suspiro del sábado será otro difícil de olvidar. Lo será así por la importancia de los tres puntos, por el rival, por la tabla clasificatoria, por lo que se supone un gol en ese minuto... y porque ese golpeo de balón de Juanma Ortiz fue ayudado por un destello caído del cielo. Francisco Sáez llegó justo a tiempo a su cita, la de todos los rojiblancos de corazón, para obrar el milagro.
El Mediterráneo vio y creyó.
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