01 marzo 2017

Eterno Soriano

Foto: @almeriajuega - VAVE.
Todo llega a su fin. Y no siempre es de la manera soñada, ni deseada. Siempre lo intentó. Luchó hasta el final. Creyó en su trabajo y mostró su orgullo hasta el último minuto que le dejaron, pero esta vez terminó cayendo. Algo tuvo que hacer mal, o no.

Fernando Soriano Marco puso fin a una larga etapa en el seno de la UD Almería. La derrota de este domingo por 2-3 ante el UCAM de Murcia, entrenado por su amigo Francisco, supuso el golpe definitivo. La acumulación de jornadas del equipo en puestos de descenso, hasta colocarse como colista de la categoría, los pésimos números a domicilio y la derrota en esa "final" en casa ante un rival vecino y directo por la permanencia, terminó por romperlo todo.

Había que buscar un culpable y, como suele ser habitual en esto del fútbol, recayó en la figura del entrenador. Así, la trágica tarde que se vivió en el Estadio de los Juegos Mediterráneos deparó una víctima. La historia, no siempre justa, quiso que así se despidiera un mito rojiblanco.

Líder rojiblanco desde su llegada


Fernando Soriano llegó al Almería en el año 2005, de la mano del técnico Paco Flores, quien llegó a marcar un antes y un después en la historia del club. Por aquel entonces el equipo rojiblanco era un desconocido en el fútbol nacional, tras años en Tercera, en Segunda B y sufriendo durante tres campañas para conseguir la permanencia en Segunda. Sin embargo todo cambió desde esa temporada 2005-2006, que fue la primera del maño con la elástica rojiblanca.

El centrocampista, nacido en Zaragoza un 25 de septiembre de 1979, se hizo desde el principio con el centro del campo del equipo y pronto recayeron sobre él las admiraciones de su nueva afición. A base de actuaciones brillantes sobre el verde y con siete goles en su haber en su primera temporada, el mañico se metió a los seguidores almerienses en el bolsillo. En cualquier caso, no fue su mejor campaña, puesto que una grave lesión en 2006 lo alejó de los terrenos de juego durante seis meses. De esta forma quedó sin jugar el tramo final de dicha temporada, en la cual el Almería perdió en los últimos partidos sus aspiraciones al ascenso.

Su reaparición en los campos españoles se produjo en el Estadio de los Juegos Mediterráneos, en el encuentro correspondiente a la jornada 18 de la temporada 2006-2007, con Unai Emery en el banquillo. En la segunda parte del enfrentamiento con el Elche CF, y con la grada puesta en pie, Soriano ingresaba en el terreno de juego. El medio volvía a sentirse jugador, que es por lo que había luchado en los difíciles meses precedentes. Su sacrificio diario para ponerse a punto dio sus frutos. No solo volvió a vestirse de corto sino que además su rendimiento se mantuvo como si de nada hubiera pasado.

Esa temporada terminó con un éxito sin precedentes para el club almeriense. Por primera vez la joven entidad alcanzó el sueño del ascenso a Primera. Era la segunda vez que la capital indálica volvía a la élite del fútbol español, aunque en la primera, en la década de los 70, solo los más mayores la habían vivido. Soriano, titular indiscutible en el once rojiblanco, fue uno de los artífices del gran hito histórico. Como ejemplo de ello, en el recuerdo está el memorable gol en el último suspiro ante el Real Murcia y que le daba al equipo una victoria que lo empujaba de manera destacada hacia la gloria. Para el maño ese fue su tercer ascenso. Anteriormente ya había conseguido dos, primero con el Recreativo de Huelva y luego con el Real Zaragoza.

Uno de los artífice de la época dorada del Almería


Soriano sabía lo que era jugar en Primera, puesto que ya lo había hecho con el equipo de su ciudad natal, sin embargo en las filas del Almería su éxito fue mayor. Jugó de manera regular durante toda la campaña 2007-2008 y ahí, entre los grandes, el maño se hizo un nombre en el fútbol español. Llegó a jugar en 34 de los 38 partidos de la Liga, haciendo además dos goles. El primero de ellos fue en el debut soñado del club en Primera, venciendo 0-3 en Riazor. El equipo acabaría la temporada en octava posición, el mejor puesto de un club almeriense en toda la historia.

Con la marcha de Emery de las filas almeriense, Soriano perdió algo de protagonismo. En la temporada 2008-2009 le tocó por primera vez vivir encuentros desde el banquillo del Almería. En cualquier caso, la competencia que se le presentó en la plantilla no fue un obstáculo para venirse abajo. Con paciencia y a base de trabajo en los entrenamientos, terminó el año participando en un total de 24 partidos, sumando además un gol.

A la campaña siguiente, en la tercera del Almería de manera consecutiva en Primera, volvió a coger protagonismo, hasta el punto de realizar sus mejores números en la máxima categoría del fútbol español. A sus 30 años, disputó 35 encuentros, siendo 33 como titular, acumulando un total de 2.870 minutos de tiempo jugado. Además de su poderío aéreo, el zaragozano siempre ha tenido olfato goleador. Así lo demuestran las siete dianas que realizó durante el ejercicio 2009-2010.

Paréntesis en Osasuna


A pesar del buen trabajo realizado hasta la fecha, la directiva, que actuó demasiado lenta, tardó más de la cuenta en ofrecerle una renovación de contrato, lo que terminaría por la marcha de Fernando Soriano de forma libre del club rojiblanco. Eso hizo que por primera vez una parte de la afición reprochara errores hacia la directiva del club rojiblanco, que hasta la fecha había sido idolatrada en la ciudad indálica.

Para más inri, exceptuando el logro de alcanzar las semifinales de la Copa del Rey, la temporada 2010-2011 terminó siendo un desastre para el Almería. Principalmente porque acabó perdiendo la categoría, poniendo fin a cuatro años en la élite. Además, equipo y afición sufrieron en ese ejercicio los resultados más abultados de su historia, siendo el 0-8 ante el FC Barcelona el más bochornoso.

Ese año fue un paréntesis en la relación de amor entre Soriano y el Almería. El jugador, que se había marchado al CA Osasuna, donde terminó jugado 30 partidos de liga, añoraba su vida en el sureste español. Por su parte, el equipo rojiblanco, en su vuelta a la categoría de plata, necesitaba un líder en el vestuario para retornar a Primera. El desencuentro entre la directiva y el jugador que se había vivido en 2010 pasó a la historia con la reconciliación en el verano de 2011. El medio volvió a pasar a las filas del Almería tras rescindir su contrato con Osasuna y aceptar bajar de categoría, puesto que el equipo navarro militaba en Primera.

La segunda juventud del maño


El primer año en Segunda División no fue fácil para el Almería. El objetivo que se marcó el club fue el retorno a Primera directamente, algo que supuso una presión hacia el equipo que no le favoreció. Los urcitanos terminaron la temporada sin alcanzar ni siquiera los nuevos play-off de ascenso a Primera, algo que se tomó como un fracaso en el entorno rojiblanco. A nivel individual, Fernando Soriano retornó al Almería manteniendo la dinámica de antaño. Sumó 4 goles en 34 partidos.

Al año siguiente, con un Soriano viviendo su segunda juventud, el Almería retornaría a Primera con cierto suspense, puesto que en la jornada 42, última del campeonato, el equipo perdió la "final" frente al Villarreal en el Madrigal y tuvo que superar los fatídicos play-off de ascenso para volver a la máxima categoría nacional. Ese año fue el que más partidos jugó el maño de rojiblanco, con un total de 39 y acumulando 3.131 minutos de juego. Además fue el más fructífero en cuanto a goles se refiere. El centrocampista, con 33 años, marcó 12 tantos en dicha temporada, siendo la más goleadora en su carrera de futbolista.

Ese 2013 consiguió el cuarto ascenso a Primera de su curriculum, siendo la mitad de ellos con el Almería, los mismos dos con los que cuenta el club rojiblanca hasta la fecha en su historia. El último le permitió disfrutar dos años más de la élite, puesto que la directiva rojiblanca, aprendiendo del pasado, no se planteó en ningún momento en jubilar de manera anticipada al jugador, más con las temporadas que venía realizando. En cualquier caso, los años pesaron bastante en una liga de tan alto nivel como es la española y le fue difícil mantener el ritmo que había tenido hasta el momento.

Decadencia con brillo


En el primer año en esta segunda etapa del Almería en Primera, Soriano llegó a participar en 35 encuentros, aunque en 11 de ellos lo hizo como suplente. La temporada siguiente, la 2014-2015, los minutos de juego continuaron bajando, disputando solo 28 partidos, saltando en 15 desde el banquillo. Eso sí, el maño siguió brindando goles a su equipo, con 4 y 3 goles respectivamente en cada temporada. Tenía 35 años y el maño seguía resistiendo como nadie, demostrando sentir unos colores que defendía con orgullo. Fue algo que agradeció la afición, que puso de moda un cántico en reproche hacia otros jugadores algo menos comprometidos que decía lo siguiente: "Queremos 11 Sorianos, queremos 11 sorianos...".

El maño nunca había vivido en toda su carrera un descenso de categoría, sin embargo, antes de poner fin a su vida como futbolista, sufrió uno, el de Primera a Segunda, y cerca estuvo de vivir otro. En la temporada 2015-2016, en la vuelta del Almería a la categoría de plata, los rojiblancos perdieron en un pésimo año toda la reputación ganada durante una década, y es que la entidad rozó el descenso a Segunda B.

De jugador a entrenador del Almería


En esa última campaña, aparte de su experiencia en los minutos que jugó, exactamente en 972, y hacer grupo en el vestuario, poco más pudo aportar a su querido equipo vistiendo de corto. Sin embargo, el mito se sacó un as debajo de la manga para seguir levantando a los seguidores almerienses de sus asientos. A falta de cuatro jornadas para el final, con el equipo en puestos de descenso y tras haber pasado hasta cuatro entrenadores durante la misma temporada sin que ninguno supiera dar con la tecla para salvar al Almería, el maño se echó literalmente la plantilla encima. Con 36 años, tras haberse convertido en el jugador que más minutos ha defendido la elástica rojiblanca por los campos españoles y haber sumado un total de 42 goles, los mismos que los históricos delanteros Francisco y Kalu Uche, colgó las botas y se puso a dirigir al equipo desde el puesto de entrenador.

Con capa y guantes de superhéroe, Soriano suplió a Nestor Gorosito para revivir un final épico, como así lo había sido el de dos temporadas antes en Primera. Otra vez el Almería consiguió la permanencia, esta vez en Segunda, tras evitar caer en las últimas cuatro jornadas. El maño transmitió a los que eran hasta ese momento sus compañeros su espíritu de lucha y sacrificio y consiguieron terminar la liga sumando 8 puntos de 12 para salvar la categoría. El zaragozano se rehizo a sí mismo con este cambio de cargo para marcar así, hasta la eternidad, una de las hazañas más bonitas de la historia de este club.

Los resultados ajustician a todo entrenador


El éxito de ese mes prodigioso fue continuado con el periodo más difícil de Fernando Soriano en el Almería. La directiva rojiblanca le propuso continuar en el banquillo rojiblanca y el nuevo técnico aceptó esa confianza depositada en él. Fue una decisión valiente, más cuando la entidad no atravesaba su mejor momento. A pesar de venir de una temporada pésima, Alfonso García prosiguió con una política de bajo coste, lo que hizo que hubiera pocas modificaciones en la plantilla y las que se hicieron no fueron las más alentadoras.

Con este panorama, Soriano no tuvo un camino de rosas en la presenta campaña. Se basó en la unión del grupo para conseguir buenos resultados, algo que solo llegaron en los partidos de casa. En los desplazamientos, el equipo se paseó por los estadios de toda España mostrando una imagen indigna para lo que el maño había siempre mostrado siendo jugador. Con ninguna victoria a domicilio, y solo tres empates, el equipo se echó a la espalda una presión añadida cada vez que jugaba en casa, puesto que le obligaba a salir victorioso del feudo almeriense para no estar en puestos de descenso a Segunda B.

Las lesiones y los numerosos e consecuentes fallos individuales que se dieron partido a partido ayudaron en parte para hundir poco a poco al equipo. Soriano fue perdiendo crédito conforme avanzó la temporada entre su propia hinchada y las duras críticas de ciertos periodistas locales, que afloraron con la mala situación, terminaron por castigar a un joven técnico que sintió en sus propias carnes lo injusta y poco agradecida que puede llegar a ser la vida de entrenador. Con todo esto, admitiendo el no haber podido revertir la situación y dolido por la situación límite del equipo, el de Alfamén dijo adiós.

No es el final


Para la afición no ha sido fácil ver como su equipo se dirigía poco a poco hacia el abismo de Segunda B y que el encargado del timón fuese Fernando Soriano. Para el técnico tampoco ha tenido que ser agradable el leer y escuchar diariamente críticas desde el entorno almeriense hacia su persona, pasando algunas los límites del respeto. La relación es obvio que se ha enfriado, pero eso quedará para el día de hoy.

El Almería podrá estar en Primera, Segunda o Segunda B, pero poco le importará al verdadero seguidor rojiblanco, que estará orgulloso de su equipo, siempre que éste luzca el escudo y el nombre de la ciudad con honor. Y ahí recordarán a Fernando Soriano, ese ejemplo de superación, de sacrificio y de lucha incansable dentro y fuera de un terreno de juego. Porque él tiene poder de convicción. Porque él es el espejo donde todo jugador rojiblanco debe mirarse. Porque todo equipo desearía tener a once "Soriano". Porque él es el guerrero que más tiempo defendió la camiseta rojiblanca en toda la historia, haciéndolo además con un tesón inigualable. Los 11.601 minutos de sangre roja y sudor blanca que derramó en cualquier rincón de España, y que sirvieron para llevar al Almería a lo más alto, nunca serán borrados.

Soriano viajará a otros rincones, defenderá otros escudos, cantará los goles de otros equipos y reirá con los éxitos de otros clubes, pero nunca su satisfacción será mejor que la vivida en su etapa rojiblanca. Porque es la capital urcitana su casa. Porque son los colores rojiblancos los que lleva en la sangre. Porque los seguidores almeriense son su verdadera afición. Porque es el Almería el equipo de su vida. Convertirse en un jugador de renombre en la élite del fútbol nacional, sumar dos ascensos más a su curriculum, ver un estadio en pie en su honor y dar sus primeros pasos como entrenador quedarán siempre en su corazón.

En el día de mañana todo será diferente. Solo hace falta un poco de tiempo. Como así ocurre en las mejores familias o entre los mejores grupos de amigos, los errores y malentendidos quedarán atrás y la relación volverá a su máximo esplendor. Y llegará el día en que Fernando Soriano será recibido en Almería con una estruendosa ovación desde la grada. Como así, en ese mismo día, el maño, con mariposas en el estómago, volverá a sentir que el Mediterráneo siempre fue su casa. Para la eternidad, se quiera o no, Soriano es parte del Almería y el Almería es parte de Soriano.

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