Cuando se juega sucio, lo normal es que se termine mal. No está bien querer vivir del fútbol y atacar a lo que sostiene a este deporte, la gran masa social. El respeto de los directivos hacia la afición debe ser máxima, y cuando hablo de afición, me refiero a todo aquel que le gusta este deporte, sea uno o todos los días del año.
Alfonso García, en un gesto de caballerosidad con el Granada, les ofreció a los seguidores nazaríes entradas de preferencia a 25 euros en el Mediterráneo, menos incluso que lo que le cuesta a un almeriense. Fue un pacto entre clubes vecinos para fomentar el gran ambiente que se forma cuando las aficiones visitantes acuden a los estadios de fútbol. Claro está, Quique Pina aceptó, con la intención de hacer lo mismo con los almerienses en Los Cármenes.
Llegó el día de cumplir con lo prometido y no lo hizo. Fue así porque sabía que salía perdiendo económicamente. El presidente del Granada demostró una vez más que lo que cuenta para él son los euros. Así lo ha hecho desde que entró en el mundo del fútbol. Por desgracia no es el único, pero si utilizas el fútbol como un negocio, al menos respete a quien ama este deporte.
El murciano no debe ser muy listo. Son muchas veces las que ha caído con la misma piedra y lo sigue haciendo. El de arriba lo ve todo y siempre acaba repartiendo justicia.
Ese dinero de más que ha ganado a costa del sentimiento de los almerienses lo va a perder por avaricioso. Lo siento por los granadinos, pero Quique Pina no merece estar en Primera, ni siquiera en Segunda. Ojalá muy pronto desaparezca del mundo del fútbol, pero que lo haga para no volver.
Veremos como acaba la temporada, porque todo está aún en juego. De momento el Almería ha conseguido, de la forma más dura, poner al Granada de Quique Pina en su sitio ¿Habrá sido suficiente o su castigo será mayor?
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